A tiempo el despertar, qué más dá

Hoy me desperté sola, sin el despertador me refiero, al menos eso creo. Sólo recuerdo soñar…

Estar en mi hogar de infancia en Arroyo Hondo, con una muchacha de servicio que a la vez era mi amiga, eso creo. Estaba también Isidro, el guardián, eso creo… sólos los tres en la casa.

La muchacha, sin rostro y sin nombre y yo estábamos en la terraza viendo TV- intercambiando canales quizá cuando de repente se asomó Isidro por la ventana un poco alarmado y nos dijo: «Vayan a las habitaciones, yá!»  Pues, en ese juidero, lo único que pude pensar fue «Oh on! Un ladrón!»

Pero más que un ladrón, era un intruso, un violador de paz y alegría que venía a hacernos la vida imposible. Recuerdo ver imágenes en cámara lenta, así en zoom, un shot de mi mano abriendo la cerradura de la puerta del pasillo a las habitaciones, y entrando rápidamente a mi habitación.

A lo no muy lejos, afuer, se el escuchaba a Isidro y al intro discutir; como si el intruso estuviera debatiendo su derecho a invadir propiedad privada, me lo encontré muy extraño, y así como un espasmo, desperté. Un poco mareada y con la mente agotada. Un poco asustada de haber dormido de más, miré el reloj. Todavía estaba a tiempo, uff! Respiré. Pero ni recuerdo cuando apagué el despertador para seguir soñando.

Y hoy toda la mañana me la pasé pensando, como hay personas, leyes, normas en fin que invaden nuestro diario vivir haciendo de nosotros, seres nerviosos y temerosos de hasta nuestra propia sombra.

En fin, cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia. Digo yo no, eso creo.

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