Switch de fin de año

Bienvenido el 2011.

Un año lleno de esperanzas para mí y todos los que sueñan en que el día de hoy sea mejor que ayer.

Empezó el 31. Por primera vez fuimos a la fiesta de fin de año del Santo Domingo Country Club y me encontré allá con varios amigos. Al dar la medianoche: El Alboroto. A felicitar y desear paz y armonía a todos. Aunque eso lo pienso ahora. En ese momento yo sólo estaba buscando a mis padres y hermanos para felicitarlos. Pero cruzar el salón en esos momentos fue casi imposible. Ya en el trayecto felicité a desconocidos primero, hasta que los ví; Mi papi, mi mami y hermanos. ¡Qué alegría! Pues no me imaginaba estar aquí todavía. Y sin embargo aquí estoy. Sí, feliz, con mis amigos y verdaderos amigos: Los que aparecen.

Ya a las 4am, Juan Carlos y Carlitos querían seguir la rumba, como la mayoría de las personas en un 31 de diciembre. Mientras yo lo que quería era cama. Porque tenía otros planes. Pase lo que pase, el 1ero de Enero lo que quería es playa. Y así fué. Sin pensarlo mucho me dormí. A las 9am sonó el tel. Con voz de dormida dije: «Aló?» y del otro lado era Olivo diciendo, «Nos Vamos?» – Ya sabía de qué se trataba. Sólo contesté: «Claro!» y así fue. Hora y media más tarde apareció Olivo y rumbo a la playa nos fuimos. Rumbo a nuestro querido Guayacanes, lleno de tantos recuerdos – tantas sonrisas. Y obviamente no se pudo escapar el sol, el mar, los LP, las cervezas y las bataticas fritas. Ahí estábamos. El tiempo en la playa pasó volando, como pasan las horas cuando se está feliz. Fuimos y nos dimos un chapuzón en esa agua un poco fría que nos llamaba a lo lejos y nos dimos nuestro primer chapuzón del año. Claro, procuramos no beber agua al tirarnos de espalda para que no nos vaya mal en el 2011. Ay las supersticiones del dominicano! Ahora que vivo en Londres, esa es una que procuro hacer cada 1ero de Enero que puedo.

Y así en una tranquilidad impresionante, rodeados de bachata, arena y olor a fritura nos dieron las 5pm. Ya el sol se acostaba y era tiempo de volver a la ciudad. Otra vez, no llevé cámara fotográfica. Sólo estas palabras y mi sonrisa al recordar quedan de testigo de un día mágico.

Llegué a casa a las 6pm. Con arena en todas partes, hasta en los huesos. Extrañaba a mi amigo Olivo. Extrañaba ver el Sol desde mi isla. Extrañaba sobre todo mi ritual del 1ero de enero. ¡Qué Alegría! Todo pasa en esta vida. Más en mi memoria este 1ero de enero; siempre estará.

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